viernes, 8 de mayo de 2009

Los rayos de una rueda.



Los rayos de una rueda

21 de abril.
“Treinta radios se unen en el centro;Gracias al agujero podemos usar la rueda.El barro se modela en forma de vasija;Gracias al hueco puede usarse la copa.Se levantan muros en toda la tierra;Gracias a la puertas se puede usar la casa.Así pues, la riqueza proviene de lo que existe,Pero lo valioso proviene de lo que no existe.”
Lao Tse
No se porque viene la imagen de esos rayos girando. Dispersos, unidos en el centro. Cuesta encontrar virtud en el vacío, en este vacío al menos.
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Sábado de noche. Era tiempo de despedirse, de aceptar que ya nada sería como queríamos. Tiempo de salir a la nada mas profunda, cómo quien se va para siempre de un lugar. Entramos sin hacer ruido y juro que tuve esa noche las sensaciones más cercanas y lejanas a Dios. Iba a bautizar a mi hija que empezaba a despedirse y no entendía, no entiendo, cómo pudo llevársela.

Después el saber que si algo hay después y si ese algo es bueno, ahí estará Mía, me alcanzó por unos minutos.

A que temerle a la muerte ahora si ella va a estar esperándome. Esa noche sentimos mucha paz y dormimos juntos, muy juntos, en una cama de hospital.
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Nuestras manos se buscan, es así. Lo hacen desde la primera vez, se buscan y bailan hasta unirse. Nuestras manos andan juntas por la calle, como si el tiempo no pasara. Nuestras manos fueron dos manos mas, pequeñitas, bien suaves, casi transparentes.

Nuestras manos se juntaron con las de tantos otros, esta vez para rezar, para pedir lo que después sabríamos imposible.

Y ahí estaban esas manos chiquitas, tomándose de nosotros, aferrándose a nosotros que temblábamos, dándonos ánimo cada vez. Es raro y simple, esas manos chiquitas me daban paz, cada vez que me tocaba, cada vez que las tocaba.

Por eso saque la foto de la mano pequeña de mi hija en la de mi mujer, aferrándose, y se la mandé a todo el mundo, para desearles un buen año, como teníamos nosotros, mientras la mano pequeña se aferraba.
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Es cómo una bomba neutrónica, explota a gran altura y no deja vida sobre la tierra. Las ráfagas no llegan, así que no hay daños materiales. Todo queda en pie. Al menos uno piensa que debería ser así, que nada debería quedar con vida, que si se fue esa por la que tanto pedimos, como iban a seguir todas las demás; las importantes y las intrascendentes, las necesarias y las superfluas.

Recuerdo aquella tarde de enero el dedo de la gorda en la farmacia, un dedo violento escapando de una sandalia rendida. Recuerdo la insignificancia de ese dedo gigante, hecho de grasa y tortas fritas. Recuerdo ese dedo y la bronca, las ganas de pisotear ese dedo insolente para el que todo daba lo mismo.

No se si no debería hacerlo aplastado.
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Algunas frases sueltas, de esas que llegaron

“Ojalá todo vaya mejor; el amor y el tiempo todo lo curan. Un abrazo. Roberto” – “Solo puedo agradecerles el haberme permitido ver y conocer a Mia. Dimples” – “Siento que Mia ha sido una hija deseada y amada e indudablemente, su tiempo en este mundo ha estado completo de amor. Naticande.” – “ Ojalá todo el amor que generó no sea en vano. Claudio” – “Hola hermana! Sabes Meli ya aprendió a rezar, todas las noches pedimos por Mía para que pronto puedan jugar juntas. Pato”
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Un listado incompleto de las cosas lindas que esperaban por Mía

Las caricias de Mamá, las más lindas del mundo – La Ternura de Luli y su apego por el bien – La alegría de Tiago y su risa contagiosa – La dedicación del Abuelo Freddy – El amor de la Abuela Beba y su mirada – La presencia de Sofi y su música – Las historias de la Abuela Vilma y su espíritu libre – La memoria del Abuelo Oscar, su incondicionalidad - Las cabalgatas en Simbad tantas veces prometidas a los dos – Ginger y su indiferencia felina – El Sparkle que iba a esperarla seguramente – El Grulla donde hizo al menos un viaje – Los atardeceres en el río tan cercanos al sol – Riachuelo y sus noches llenas estrellas - Su cuna elegida por Tiago cuando todavía no pateaba - Tanta gente, tanta.
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Cómo son de distintas las cosas para quienes son nuevas y quienes no, cuanto valor tiene la sorpresa, cuanto.

Una de las tardes que entramos a verla Mía abrió sus ojos.

- Abrió los ojos! - Pude decir.
- Si, claro, lo hace a cada rato, contó Silvana.

Mía me regaló una de sus miradas, ojalá me haya visto así me reconoce cuando nos toque estar juntos de nuevo. Igual tengo el recurso de rugirle cómo le hacía cuando estaba en la panza, o de llamarla por su nombre, o de decirle hija acá estoy, soy Papá.

Mía tenía una mirada profunda y azul, estoy seguro que en ella entraba todo el mar.
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Mañana se cumplen 4 meses de aquel día en que Mía nació y en 2 semanas más 4 meses desde que partió.

Sé que son dos fechas que andarán cercanas por siempre. Tal vez, alguna vez pueda separarlas un poco, para que la felicidad y el dolor no estén siempre juntos.

El Papá

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